La leyenda cuenta que un caballero cristiano se había enamorado de la bella hija del gobernador del castillo de Lanaja, cuando los aragoneses tomaron el fortín el caballero fue en busca de su amada encontrándola en la mezquita -actual iglesia parroquial-, la muchacha -que según algunos se llamaba Zoraida- huyó del bárbaro y se metió por un intrincado pasadizo que unía el templo con el castillo. El caballero la encontró y ella desesperada acabó por convertirse en un toro enfurecido que le hizo huir. La familia de ella comenzó a a buscarla por las galerías de aquel dédalo subterráneo hasta que dieron con el toro que no quiso embestirlos, sospechando el prodigio rogaron para que la niña dejara su forma de bestia y entonces el toro se convirtió en estatua de oro. El toro de oro aún subyace en las entrañas najinas pues a pesar de las pesquisas emprendidas nadie ha conseguido dar con él: el miedo, las corrientes de aire que apagaban las velas... siempre impiden terminar la búsqueda.
"En cuestiones de cultura y de saber, sólo se pierde lo que se guarda, sólo se gana lo que se da". Antonio Machado
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